INMIGRACIÓN SUBSAHARIANA EN TRÁNSITO EN OUJDA

INFORME APDHA ABRIL 2007

Del 4 al 9 de abril una delegación de la APDHA visitó Oujda, comprobando una vez más la situación límite en que viven los inmigrantes subsaharianos en tránsito y la multiplicación de esfuerzos que las asociaciones solidarias hacen de continuo a pesar de carecer de medios.

Oujda es una ciudad de alrededor de medio millón de habitantes en el noreste de Marruecos, a 13 Km. de la frontera con Argelia. Desde el año 2001 conoce el fenómeno de la llegada de inmigrantes subsaharianos en tránsito. Es lugar de paso natural para los que entran desde Argelia, y es el lugar por donde la policía marroquí expulsa a los que detiene en todo el territorio nacional.

El 23 de diciembre pasado hubo grandes redadas en Rabat, Nador y El Aiún que supuso unos 500 deportados a la zona en un solo día. Recordar que de ellos, 73 eran solicitantes de asilo político con papeles del Alto Comisariado para los Refugiados (HCR). Aún cuando este número de una sola vez no se ha vuelto a repetir, las deportaciones a la frontera argelina son constantes; la llegada de grupos de cinco o seis personas es casi diaria. Los inmigrantes subsaharianos en tránsito en Marruecos están constantemente expuestos a las redadas, deportaciones y persecución por parte de la policía marroquí, quien asegura actuar así en cumplimiento de los acuerdos firmados con Europa en materia migratoria.

El hecho de tener papeles de solicitante de asilo o aún el estatus de refugiado, no es garantía de respeto ni de libertad de circulación. Cuando llevan a cabo las redadas, la policía rompe todos los papeles que puedan suponer un reconocimiento de su situación, dejando a los inmigrantes en la mayor desprotección. Incluso nos hemos encontrado en Oujda ahora en abril, a una congoleña con estatus reconocido de refugiada que había sido deportada a la frontera en estado muy avanzado de gestación; allí dio a luz, sin que sus papeles “oficiales” de refugiado fueran bastante para ser admitida en el hospital; hubo de ser ingresada de la mano de Médicos Sin Fronteras. Como ella decía, la policía no quiere saber nada de estos papeles; casi es mejor no enseñárselos para que no te los rompan.

Con todo, la peor experiencia para los inmigrantes es ser detenidos. Aseguran que la policía marroquí les roba todo lo que tengan de valor: dinero, móviles, etc, y durante el tiempo de la detención en ocasiones no les dan de comer, les pegan y humillan. Los malos tratos es lo habitual.

La frontera es un lugar peligroso. Cuando la policía marroquí suelta allí a los inmigrantes que ha detenido, les ordena caminar hacia Argelia. Ésta es una frontera cerrada desde hace varios lustros. Si intentan adentrarse en Argelia, la policía argelina dispara al aire para disuadirlos. Si vuelven hacia atrás, la marroquí hace lo propio. Acaban encontrándose entre dos fuegos y huyendo como pueden. Agrava la situación la existencia de bandas de delincuentes en la zona que asaltan a los propios inmigrantes.

En este contexto, la situación de las mujeres es especialmente vulnerable. Numerosas violaciones han sido cometidas, tanto por la policía de ambos países, por marroquíes y por otros subsaharianos. También hay que lamentar muchas desapariciones de mujeres en la frontera. En enero, un grupo de unas cinco filipinas fueron expulsadas por la frontera argelina; no se ha podido encontrar rastro de ellas, ni en el lado marroquí ni en el argelino. Es de temer que hayan sido captadas por bandas de tranficantes. Una mujer más y su niño, han desaparecido la semana pasada en la frontera, tras ser abandonados allí por la policía tras la deportación.

En Oujda los inmigrantes encuentran un poco de refugio en el campus universitario, donde la existencia de unos 300 estudiantes de países subsaharianos permiten pasar su color de piel un poco más desapercibido. Actualmente pernoctan en el campus alrededor de 400 inmigrantes, soportando unas condiciones de vida de absoluta precariedad, durmiendo a la intemperie y comiendo de la basura o la mendicidad, expuestos constantemente a la arbitrariedad policial. Regularmente la policía entra durante la noche en el campus, arresta a todo los que puede, pega, quema mantas, desparrama los pocos víveres que haya, destruye cuanto encuentra, etc, dejando siempre un rastro de heridos.

No todos los inmigrantes subsaharianos de Oujda viven en el campus; algunos están hacinados en pisos de alquiler, o han encontrado estructuras abandonadas que les sirven de refugio. En total, en Oujda y alrededores puede haber unos 700 inmigrantes.

En el campus la vida se organiza normalmente por grupos de nacionalidad, tribus o grupos lingüísticos y establecen sus propias leyes. Los militantes asociativos deben tratar con los “chairman”, jefes de grupo, para llevar a cabo su labor solidaria y poder gozar de la confianza de todos.

Entre los inmigrantes del campus hay intelectuales, artistas, médicos, ingenieros… Como reclaman los militantes asociativos marroquíes que les tratan, es necesario valorar su potencial, toda su vivencia, su cotidianidad. En el campus viven, bailan, cocinan, rezan…Así hay un lugar señalado en el suelo con piedras que hace de mezquita y otro que señala la iglesia. Cada mañana se reúnen en grupo para rezar. El potencial de humanidad que se respira en todo el perímetro es incuestionable.

Sobre el movimiento asociativo marroquí pesa una gran presión policial. Es normal que les sigan cuando van en coche e incluso han apostado policías de paisano en la puerta de la casa de alguno de ellos. En varias ocasiones les han parado en la calle e interrogado, como modo de intimidación. Muchas veces cuando van a visitar a grupos de inmigrantes, la policía les sigue y tras ellos arrasan el lugar, intentando romper así la confianza que los inmigrantes depositan en ellos.

En lo que respecta al Alto Comisariado para los Refugiados (HCR) con presencia en Rabat, parece incapaz de hacer valer los derechos fundamentales de los refugiados y demandantes de asilo. En realidad se diría que es una instancia más tolerada que legitimada, haciendo el juego en gran parte a la política antimigratoria de la Unión Europea. Actualmente hay 470 refugiados reconocidos en Marruecos.

Los militantes asociativos de Oujda consideran necesarísimo el establecimiento de una jurisprudencia que ponga freno a tanto atropello a los inmigrantes. Al menos en las redadas, violaciones y expulsiones colectivas, Marruecos viola la Convención de Ginebra de 1951 (ratificada en 1956) sobre el estatuto de refugiados (art.33), y la Convención sobre la Protección de los Trabajadores Migrantes y Sus Familias, sin olvidar la Ley Nacional 02-03, que prohíbe la expulsión de mujeres embarazadas, niños, refugiados y demandantes de asilo (art.26 al 29).

Tanto el movimiento solidario marroquí como los inmigrantes lo primero que nos piden es que presionemos para que la política migratoria europea cambie; son bien conscientes de que es ésta la que está detrás de tanto atropello. Y lo siguiente que nos solicitan es medios para atender tanta necesidad humana básica no cubierta como padecen los subsaharianos en tránsito. La dignidad de todos se juega en el trato digno a estos inmigrantes que buscan una vida mejor empujados por la falta de condiciones de vida y futuro en sus países.

Angeles Marco.

APDHA Córdoba.

16 de abril de 2007